Equipo Betula Alba

UN AÑO DE PANDEMIA

Se cumple un año de la declaración del estado de alarma ante el COVID-19, y del cierre de Betula Alba al exterior.
Un año de resistencia frente a un enemigo desconocido que ponía en peligro nuestra existencia.

Un virus que tomó sus mayores represalias con las Residencias.

Los mayores se convierten en un blanco fácil y toda precaución es poca para garantizar su seguridad.

Los primeros meses son de desconcierto, sin saber como debíamos actuar, solamente cerrando, escondiéndonos. La rapidez en las actuaciones ha sido crucial para nuestra salvación. Aunque no fue fácil, suponía renunciar a la presencia de las familias, de los amigos, renunciar a los abrazos… renunciar a ese intercambio generacional que era la esencia de Betula.

La tecnología nos ha ayudado a conectarnos en la distancia, a poder hablar con sus hijos y nietos, sin poder tocarse, ni sentirse. Pero curiosamente nos hemos ido adaptando y conociendo poco a poco a ese “bicho”.

Nos van llegando en cuenta gotas equipos de protección personal, que al principio eran inexistentes y que teníamos que conseguir de las maneras más extrañas e inexplicables.

Nuestra logística cambia por completo, con Planes de contingencia revisados semanalmente. Creamos una sectorización total, a modo de residencias independientes con personal i residentes propios. Llegamos a un nivel de estrategia ante el Covid, similar al de una estrategia militar en una guerra. PCR semanales, formación continua en epis, mascarillas, geles… se convierten en nuestro día a día.

Y el virus logra entrar…. Lo sentimos y convivimos con él. Actuamos de forma unida y contundente, sin vacilaciones, aplicando todos los protocolos que creamos minuciosamente. Por suerte, los afectados lo pasan sin consecuencias, pero esta situación nos hace ser conscientes de nuestra propia vulnerabilidad.

Todos los profesionales actúan unidos, anteponiendo su vocación al miedo lógico que a todos nos sobreviene.


Meses en que trabajamos de manera muy especial la comunicación. Desde el primer día estábamos convencidos de que tan malo era el virus como la falta de transparencia. Hemos intentado que los familiares supieran minuto a minuto como estábamos y lo que estaba ocurriendo.

El objetivo era que cualquier paso que diéramos fuera un paso de “todos”. Y cualquier logro lo hemos vivido como una fiesta.

Todos los componentes de Betula han hecho lo inimaginable para que la vida de nuestros Residentes fuera lo más parecido a la “normalidad”, hemos cantado, bailado, aplaudido… para que los ánimos se mantuvieran altos.

Llega el día en que las familias pueden entrar, siguiendo estrictos protocolos de seguridad y manteniendo las distancias, pueden ver a sus padres y abuelos.

¡Esto supone una inyección de positivismo para todos!

Hasta que llega la noticia más esperada…… el día 30 de diciembre recibiremos la vacuna , tanto residentes como profesionales.

En cuestión de minutos el miedo se convierte en esperanza.

La vida poco a poco vuelve a ser como antes, aunque con prudencia porque todo es demasiado reciente para borrarlo de nuestra memoria.

En un año hemos aprendido muchas cosas que antes no sabíamos, porque la experiencia es una gran maestra: ahora sabemos que somos más fuertes de lo que pensábamos, pero a la vez somos conscientes de nuestra vulnerabilidad.

También hemos aprendido a valorar pequeñas y grandes cosas, como el compromiso de nuestro equipo, poner en valor el trabajo de los cuidadores, la necesidad de un abrazo, la unión de todos como la principal arma…

Este año hemos valorado más que nunca nuestro trabajo, y nos hemos sentido valientes y orgullosos de esta gran familia que hemos hecho piña para asegurar un futuro mejor.

¡Muchas gracias por leernos y acompañarnos un día más!

Dirección de Betula Alba.